LOS QUE CIEGO ME VEN DE HABER LLORADO
Los que ciego me ven de haber llorado
y las lágrimas saben que he vertido,
admiran de que, en fuentes dividido
o en lluvias, ya no corra derramado.
admiran de que, en fuentes dividido
o en lluvias, ya no corra derramado.
Pero mi corazón arde admirado
(porque en tus llamas, Lisis, encendido)
de no verme en centellas repartido,
y en humo negro y llamas desatado.
(porque en tus llamas, Lisis, encendido)
de no verme en centellas repartido,
y en humo negro y llamas desatado.
En mí no vencen largos y altos ríos
a incendios, que animosos me maltratan,
ni el llanto se defiende de sus bríos.
a incendios, que animosos me maltratan,
ni el llanto se defiende de sus bríos.
La agua y el fuego en mí de paces tratan
y amigos son, por ser contrarios míos;
y los dos, por matarme no se matan.
y amigos son, por ser contrarios míos;
y los dos, por matarme no se matan.
Quevedo expresa la lucha interior en el amante que se debate entre dos efectos opuestos producidos por la belleza de la amada y por el amor que despierta, efectos simbolizados por dos imágenes contrapuestas: fuego y llanto. Su sufrimiento se manifiesta en las lágrimas derramadas, comparadas a corrientes de agua.
El amor aparece con gran frecuencia en la literatura como un sentimiento contradictorio que produce efectos opuestos y sensaciones de lucha
2. Métrica, sintaxis y semántica
Esta formado por dos cuartetos y dos tercetos (ABBA ABBA CDC DCD)
3. Composición y estructura
La descripción del conflicto anímico se desarrolla progresivamente a través de los motivos del llanto y del fuego. En el primer cuarteto todo gira en torno al llanto: es la manifestación exterior del dolor amoroso, lo más fácilmente observable, y de ahí que sean los demás los que captan ese llanto y reaccionen admirándose de su abundancia.
El segundo cuarteto se centra exclusivamente en la opuesta calidad, el fuego, que establece la antítesis básica del soneto. El fuego símbolo del amor, vive en lo más hondo (el corazón encendido de amor): por eso es el corazón (y no los demás) el que conoce su existencia y sabe que las lágrimas proceden de este fuego que es, en verdad, la calidad más dominante.
Este dominio del fuego se muestra con claridad en el primer terceto. De la consideración separada de ambas calidades (llanto en el primer cuarteto, fuego en el segundo) se pasa a observar su enfrentamiento: son contrarios, luego deben luchar: el agua intenta apagar el fuego sin conseguirlo; en cambio, es el llanto el que no puede defenderse de los bríos de su enemigo.
El segundo terceto presenta una fase posterior: los dos enemigos hacen las paces para oponerse juntos al poeta. En este terceto culmina el proceso turbulento de la contraposición: la muerte, previsible estado final del amante, es el resultado último de un padecimiento que no puede soportarse más. El soneto tiene, pues, un desarrollo progresivo y climático muy bien estructurado.
4. Los detalles de la expresividad quevediana
El título de este soneto resume muy bien el tema..
El soneto, describe el carácter destructor de una pasión violentamente sentida, que se expresa mediante una antítesis fundamental (llanto) agua/fuego (pasión), que constituye un simbolismo universal para expresar dichos sentimientos.
El que el llanto en vez de ser consuelo se haya convertido en enemigo violento, fundido con el fuego responde a la violencia quevediana que exacerba las tensiones anímicas. Los recursos estilísticos actúan en el mismo sentido de resaltar esta violencia destructora. La contraposición fundamental se apoya en construcciones paralelísticas, partículas adversativas, términos de semántica opuesta, quiasmo; la hipérbole es otro recurso fundamental que resalta el desasosiego, el desequilibrio y destrucción del amante sometido a la pena amorosa. Violencia y conceptismo son el resultado final de todos esos recursos expresivos. Un soneto, en conclusión, muy representativo del mundo poético amoroso de Quevedo.
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