El poeta Quevedo

Este es un blog creado para hablar de la vida y de la obra de Quevedo. Como introducción voy a hablar de la época en que vivió, teniendo en cuenta los aspectos históricos económicos y sociales de España en esa época.
Hablaré de la bibliografía de Quevedo, de su obra poética y la repercusión que tuvo Quevedo posteriormente.

jueves, 10 de mayo de 2012

COMENTARIO CRÍTICO DE LA OBRA DE QUEVEDO

La obra de Quevedo es inmensa y contradictoria. Hombre amargado, severo, culto, cortesano, escribió las páginas burlescas y satíricas más brillantes y populares de la literatura española, pero también una obra lírica de gran intensidad y unos textos morales y políticos de gran profundidad intelectual. Esta fusión o doble visión del mundo es lo que le hace el gran representante del barroco español. Sus primeras obras fueron satíricas y burlescas. La vida del Buscón llamado don Pablos (1603) es una novela picaresca dentro de las características del género; pero su originalidad es la visión que ofrece sobre su sociedad, en una actitud tan crítica que no puede entenderse como realista sino como una reflexión amarga sobre el mundo y como un desafío estilístico sobre las posibilidades del género y del idioma. Los Sueños (1605-1622) son cinco piezas cortas conceptistas, producto de los desengaños que padeció en esos años, en las que viene a decir que no hay nobleza ni verdad en el mundo, sino que todo es horror y fealdad. Estas obras circularon manuscritas hasta que un editor las reunió en 1626, aunque Quevedo las publicó en 1631 con el título de Juguetes de la niñez y travesuras del ingenio con un prólogo en el que arremetía contra los editores piratas y declaraba la intención de estos escritos en los que pretendía denunciar los "abusos, vicios y engaños de todos los oficios y estados del mundo".
Sus obras morales y políticas, como Política de Dios, gobierno de Cristo, tiranía de Satanás (1626) en la que traza la imagen ideal del gobernante siguiendo los Evangelios, y Marco Bruto (1646), en ella, aunque pretende ser un tratado general, hace un retrato de los problemas de la España de su tiempo.

Si la obra en prosa de Quevedo era variada y compleja, su poesía lo es aún más. Se conservan de él casi un millar de poemas, pero sabiendo que nunca se preocupó por editarlos y que los conservados proceden de personas próximas a él, es de suponer que escribió muchos más. Se publicaron después de su muerte en dos volúmenes Parnaso español (1648), compilado por su amigo José Antonio González de Salas, y Las tres musas (1670), llevado a cabo por su sobrino Pedro Aldrete Quevedo y Villegas, ambas ediciones en la actualidad han sido revisadas especialmente por José Manuel Blecua, pero aún las composiciones son difíciles de fechar. Forman un conjunto monumental de poesía metafísica, amorosa, satírica, religiosa y moral. Es una poesía tanto ligera y de corte popular como seria y profunda, generalmente de estilo conceptista que exige esfuerzo y agilidad mental por parte del lector para captar todos los recursos que proporcionan las figuras de dicción. Resulta inevitable comparar su estilo conciso y severo con la luminosidad brillante de su antagonista, el culterano Luis de Góngora, el otro gran poeta barroco español. Sus primeros poemas, al igual que su prosa, fueron letrillas burlescas y satíricas, pero este género siguió cultivándolo con gran brillantez durante toda su vida, y es el Quevedo más conocido y popular. Criticó con mordacidad atroz los vicios, locuras y debilidades de la humanidad y de una manera cruel a sus enemigos, como en el conocido soneto, 'Érase un hombre a una nariz pegado'. En su poesía amorosa, lo que cuenta es la hondura del sentimiento, Quevedo vio una posibilidad de explorar el amor como lo que da sentido a la vida y al mundo. Ejemplo de ello es el soneto Amor constante más allá de la muerte. Es uno de los sonetos más bellos de las letras españolas, en el cual la muerte no vence al amor que permanecerá en el amante. El tema de la muerte y de la brevedad de la vida son una constante en su poesía metafísica en la que de nuevo aparece el estoicismo para aceptar la angustia que provoca el Tiempo que todo lo destruye, pues la vida y la muerte se confunden. En Quevedo subyacen dos extremos, el moralista y preocupado por la decadencia nacional y el satírico burlón vitalista que incluso recurre al lenguaje jergal y grotesco. Pero por encima de esta contradicción lo que hay es un excelente poeta, de gran profundidad emocional, virtuoso del idioma y en el que la poesía conceptista alcanza su cumbre.



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