El poeta Quevedo

Este es un blog creado para hablar de la vida y de la obra de Quevedo. Como introducción voy a hablar de la época en que vivió, teniendo en cuenta los aspectos históricos económicos y sociales de España en esa época.
Hablaré de la bibliografía de Quevedo, de su obra poética y la repercusión que tuvo Quevedo posteriormente.

lunes, 16 de abril de 2012

Obra no poética de Quevedo

OBRA NO POETICA DE QUEVEDO



Redacta hacia 1604 su primera gran prosa: la Historia de la vida del Buscón llamado don Pablos, exemplo de vagamundos y espejo de tacaños.

   Esta novela picaresca narra cómo Pablos, hijo de delincuentes, congenia con Diego Coronel, joven noble, a quien sirve en el pupilaje del licenciado Cabra, pasando hambre. En la Universidad de Alcalá sufre gamberradas estudiantiles y las devuelve. Regresa a Segovia al morir su padre ajusticiado.




    En la segunda parte encuentra un maestro de esgrima, un poeta y un ermitaño jugador. Su penoso tío, Alonso Ramplón, le entrega la herencia. Vuelve a la Corte. De camino, un hidalgo apicarado le alecciona para manejarse allí.

   Mendiga en la tercera parte, hasta que un alguacil lo lleva a prisión, de donde sale a buscar matrimonio. Camela a una doncella, que resulta ser prima de su antiguo amo Diego Coronel, que lo descubre. Huye a Toledo con un grupo de cómicos y se hace galán de monjas. Escarmentado, marcha a Sevilla, donde mata un alguacil. Con una ninfa pasa a América, prometiendo segunda parte.

   El Buscón pertenece a la picaresca, aunque suprime la moralización. A su autor le repele que el pícaro ascienda socialmente.
De 1605 data el primero de sus Sueños:

   El Sueño del Juicio narra la resurrección de los muertos, que responden de su vida. Es una sátira contra profesiones o estados sociales: juristas, médicos, carniceros... Desfilan Lutero, Mahoma y Judas.

   En 1607 redacta el Alguacil endemoniado, en que el Licenciado Calabrés dialoga con un diablo encarnado en un alguacil.

   Poetas, enamorados, mercaderes, jueces y mujeres habitan el infierno que el diablo describe.

   En el Sueño del Infierno (1608) rechaza la senda de la virtud y sigue la ancha, entre jueces, hipócritas, mujeres, eclesiásticos, soldados, boticarios...

   Los diablos reparten castigos a carniceros, hidalgos, tintoreros, cornudos, zurdos, taberneros, poetas, alquimistas, astrólogos... Reaparecen Lutero, Mahoma y Judas.

   Posterior es El mundo por de dentro (1610)

Nuestro autor seguía un movimiento que aunaba cristianismo y herencia clásica, especialmente la de Séneca: el neoestoicismo, reflejado en su correspondencia epistolar con el flamenco Justo Lipsio (†1606)

España defendida (1609), escrito político contra una Europa hostil, erudito e histórico, con citas griegas y hebreas, infrecuentes en su época.
Entre 1613 y 1616 sirve en Sicilia al Duque de Osuna, lo que le hizo ganar en 1617, el hábito de Santiago. Sigue en Nápoles al servicio del duque. Se ignora su papel en la conjuración de Venecia
En España escribe la Política de Dios y Gobierno de Cristo, probablemente en 1619. Este tratado político, motivado por sentencias evangélicas, expone la doctrina para un rey justo, sin intrigantes ni malas influencias. Manuscrita hasta el reinado de Felipe IV, se la dedicará en 1626.

   Su prosa satírica se proyecta en las Cartas del caballero de la tenaza (h.1620), inéditas hasta 1627.

   Refleja su experiencia italiana en Mundo caduco y desvaríos de la edad, entre 1620 y 1622. De 1621 son los Grandes anales de quince días, crónica del comienzo de Felipe IV en el trono.
   Entre las grandes obras de estas fechas destaca el Sueño de la muerte (1621), última sátira de esta serie, dedicado en 1622.

   El sueño de la muerte y el Marqués de Villena en la redoma es una visión: reúne a diferentes médicos, boticarios y cirujanos, seguidos de habladores. A continuación, la Muerte presenta personajes alegóricos: el Dinero, la Envidia, diversas Muertes, o personajes folclóricos y populares: de Juan del Encina a Pero Grullo, entre los que figura Enrique de Villena, que niega ser marqués y conoce la muerte de Felipe III y la relativa paz de Europa. Una frase cierra el sueño de manera abrupta.
 
Los comienzos de Felipe IV le ofrecen oportunidad de medrar en la Corte. El Conde Duque de Olivares supuso una alternativa al Conde de Osuna.

   Quevedo apenas publica. El deseo de leerlo desemboca en ediciones no siempre autorizadas, que resultan hoy poco fiables.

   En 1626 escribe su Cuento de cuentos. Se imprimen varias ediciones de la Política de Dios y Gobierno de Cristo (1626), de El Buscón (1626) y de los Sueños y discursos (1627).
 
   El chitón de las taravillas (1630) es obra compleja, firmada por el licenciado, en que se alude a la política económica de Felipe IV y del Conde Duque de Olivares.

   En 1631 aparecen los Juguetes de la niñez con problemas de censura. Incluye obras festivas inéditas, como La culta latiniparla o el Libro de todas las cosas y otras muchas más, junto a otras conocidas, como el Cuento de cuentos o algunos Sueños.
   Satiriza el Para todos, de Juan Pérez de Montalbán, con la Perinola.

Aparece su traducción de San Francisco de Sales, Introducción a la vida devota (1634) y sus obras neoestoicas comenzando con:
   La cuna y la sepultura (1634), que advierte de la muerte y la vanidad de la vida, mediante la doctrina de Séneca y del Evangelio. Glosa el Padrenuestro y apunta a la vida futura del alma.
   Redacta la Virtud militante (1634), impresa póstumamente, sobre cuatro pecados y cuatro calamidades de la vida, menos próximo al neoestoicismo.

   Obra capital será el Nombre, origen, intento, recomendación y descendencia de la doctrina estoica.
   Escrita en 1633, De los remedios de cualquier fortuna no se publica hasta 1638. Desde 1635 vive en La Torre de Juan Abad, ocupado en la Segunda parte de la Política de Dios, según el plan de la primera, entretenido en pasatiempos domésticos o gastronómicos.

Hacia 1636 concluye Quevedo su última gran prosa satírica, quizá de 1632: La hora de todos y la Fortuna con seso, inédita hasta 1650.


    Es, probablemente, su sátira más completa.


La prosa de Quevedo resulta compleja, por las distintas redacciones, ediciones, manuscritos y alteraciones en que aparecen, incluso con diferentes dedicatorias.

   Como técnica literaria usa la exposición o comentario a un texto, recurso heredado de las lecciones medievales. Se lee en Marco Bruto, la Política de Dios o Los remedios de cualquier fortuna, y, también, con variantes, en obras satíricas como La hora de todos y la fortuna con seso
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